Cuando vives fuera de casa tus
amigos se convierten en tu familia. Y estás realmente a gusto en un sitio,
realmente integrado, cuando compartes con esa familia ciertas rutinas, ciertas
tradiciones.
Esta familia en concreto se unió
frente a un plato de sushi y una copa de vino blanco.
Era martes. Un martes cualquiera,
todos los martes. Un restaurante japonés de un país del este de Europa, tres
amigas y muchas risas. Así empezó.
La tradición de los martes surgió
de forma casual, quizás gracias a otra chica, una que no llegó a ser parte de
esta familia.
Llegaban al salir del trabajo, a
eso de las 6 de la tarde. Muy pronto para cenar, pero primero picaban algo,
luego otra copa de vino, al rato un plato más… todo entre risas, confidencias,
crisis existenciales, críticas a los respectivos trabajos, planes… y así
pasaban la tarde. Les conocían en el restaurante y no les importaba que
ocupasen una mesa durante tantas horas.
Poco a poco la tradición fue
haciéndose más y más importante en la vida de estas tres chicas. Se veían más
días, se relacionaban con más gente,
pero el martes era su día. No se podía fallar. Siempre te dirán que se hicieron
amigas un martes, frente a un plato de sushi.
Con el tiempo abandonaron las
tres aquel país del este. Siguen siendo amigas, y siempre que se juntan
intentan que sea en un restaurante japonés, para no perder costumbres. Mantienen
contacto diario, siguen siendo inseparables, aunque vivan a miles de kilómetros
de distancia. Han pasado juntas enamoramientos, rupturas, problemas familiares,
cambios laborales para bien y para mal.
Se convirtieron en familia por
necesidad pero ya nunca dejaran de serlo.
para mi familia de aquel país del este, aunque no lo lean
para mi familia de aquel país del este, aunque no lo lean
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